Según quedó establecido en artículo anterior, una cerradura es un mecanismo metálico, que se coloca en puertas, ventanas, tapas de cajas, cajones, entre otros, con el propósito de limitar el acceso hasta su contenido.
En primer término, el acceso se considera concedido – o recibido- a través de la cesión de una llave, que recibe la persona autorizada. También se considera autorizado quien recibe la combinación, o la explicación detallada de cómo abrir la puerta.
En esta nota, se describe la forma en que opera el mecanismo.
La cerradura como tal se ubica en una caja metálica a la que se denomina palastro, el cual consiste en una lámina sobre la cual se han adherido otras láminas con bordes realzados o doblados, que forman parte del tabique de la cerradura, la parte fija que permitirá a la llave tener un punto de apoyo cuando gire.
El pestillo, por su parte, es el cerrojo que será movido por la llave. Su cabeza es la parte que sale de la cerradura. Internamente, cuenta con partes salientes por un lado, y por muescas por el otro, sobre las que cae el fiador del muelle que es el elemento que retiene el pestillo en su sitio y permite que se destrabe la cerradura, o lo libera, y tranca. En el primer caso, con la cerradura destrabada, se entiende que abre sin llave. Cuando está trancado, se requiere la llave para destrabar.
Las partes contorneadas que se hallan dentro de la cerradura, se denominan guardas y su función es impedir el movimiento de aquellas llaves que no coincidan con sus cortes. Las llaves tienen un diseño común: el aro, o parte circular que permite sostenerla, el tronco y el paletón. El paletón es la parte donde se ven el morro (el tope de la llave), el cuerpo, donde se ven las muescas que corresponden con la espiga de la cerradura fijada al palastro.
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La seguridad es una necesidad muy importante para poder vivir tranquilos y sin miedo de que puedan entrar a robar. Las cerraduras aportan esa tranquilidad y potencian aún más la confianza de poder estar a gusto en los hogares.