Las primeras formas de llevar un control del dinero que entraba y salía de un negocio distaban mucho de ser ni siquiera parecidas a las que encontramos hoy día en cualquier tienda por pequeña que esta sea. Incluso las cajas registradoras eléctricas o electrónicas han sufrido una serie de cambios y adaptaciones a las necesidades y las innovaciones tecnológicas de esta era del 2.0, en la que los ordenadores se han hecho con el control de todo lo que nos rodea.
Por eso hoy podemos disponer de estos aparatos con todo tipo de aplicaciones, entre las que se incluyen las de controlar las existencias de todos los productos de los almacenes y hasta disponer de las herramientas apropiadas para permitir diferentes medios de pago además del clásico efectivo. Hoy hay cajas registradoras con las que se pueden hacer pagos con tarjetas de crédito o débito y sacar un recibo para que sea firmado por el cliente y otro para dar y justificar la venta.
Una de las principales ventajas de estas cajas, sin importar que puedan aceptar pagos con tarjeta o no, es que normalmente se abren solamente cuando sea necesario, es decir, cuando se hace una venta y se necesite disponer de la caja para introducir el dinero y dar el cambio oportuno, consiguiendo de este modo mejorar la seguridad de nuestro negocio y saber en todo momento dónde está el dinero de la recaudación.
Existen empresas especializadas en la venta de estas cajas a las que podemos recurrir para elegir la que mejor se adapte a nuestras necesidades.