Si dentro de tu círculo social no cuentas con un abogado de cabecera o el abogado de la familia, antes de correr a las páginas amarillas o a cualquier directorio y contratar sin más a un abogado, es conveniente evaluar la situación para certificar si de verdad necesitas uno.
Hay casos evidentes en lo que es indispensable tener a un abogado, ejemplo: si has sido acusado de algún delito, si deseas divorciarte, si te encuentras en una disputa por la guarda y custodia de tus hijos, para legalizar sucesiones y herencias entre otros.
Ahora bien, hay situaciones en las que puedes intentar negociar en primera instancia con tu contraparte antes de tomar la determinación de contratar un abogado y establecer algún tipo de demanda. Los asuntos laborales son un clásico ejemplo, puedes llegar a un acuerdo beneficioso para ambas partes sobre todo cuando se trata del término de la relación laboral sin necesidad de abogados.
Si has sido estafado en la compra de algún producto o contratación de servicios, puedes introducir tu reclamo en las divisiones de atención al cliente quienes muchas veces pueden brindarte una respuesta satisfactoria.
Los problemas entre vecinos, por muy molestos que a veces resultan, pueden intentar resolverse a través de la mediación quizás con algún árbitro de la misma comunidad.
Si vas a iniciar un negocio en sociedad y no eres muy conocedor de todo el tema legal con este tipo de transacciones es recomendable que te asesores. El abogado puede evaluar correctamente las cláusulas y demás condiciones del contrato. Lo mismo aplica al momento de vender o comprar bienes.
En definitiva, la primera tarea es evaluar objetivamente la situación. Si de verdad requieres de un abogado debes escoger el tipo de abogado especializado en el área que corresponda.