Si bien la fruta se suele considerar un plato en sí mismo que puede consumirse como parte de las diversas comidas diarias o bien a modo de tentempié entre los ágapes principales, su presencia como ingrediente de platos cocinados también resulta fundamental. Algunas recetas de la cocina internacional demuestran la importancia, por ejemplo, de la naranja, como acompañante de diversos alimentos: pato, lenguado o trucha a la naranja, entre otros. El pollo o la caza de pluma combinan muy bien con la uva; la ternera y el cerdo maridan a la perfección con las manzanas, etc. También los frutos silvestres se utilizan como condimento de ciertos platos de caza. En la cocina iraní, dos frutas con particular protagonismo son el membrillo y las granadas, y en la India se recurre a menudo al chutney.
Las aplicaciones de la fruta a la cocina se extienden asimismo a las salsas. En el Levante español, por ejemplo, una salsa muy tradicional es la picada, que se elabora con frutos secos, en particular almendras, avellanas y piñones. En ciertos lugares se elaboran ajiaceites con frutas, por ejemplo, membrillo, pera o manzana, como en el Pirineo catalán, y, en las Baleares, la salsa de granada se utiliza para diversos platos.
Las frutas forman parte, asimismo, de algunos rellenos. Entre los más clásicos figura el de pasas y piñones, pero también son frecuentes los rellenos a base de ciruelas o de orejones. Estas últimas frutas combinan especialmente bien con el pollo y el pavo. La fruta, además, se adapta a la perfección a las ensaladas, que a menudo incluyen piña, manzana, nueces y otros productos frescos en combinación con lechuga e incluso con jamón, pollo, queso y muchos otros componentes. En los países tropicales, una fruta que se utiliza en abundancia en la cocina es el coco.