Cómo y en qué piensa una máquina, son las preguntas que los investigadores del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM se hacen para perfeccionar el sistema del androide Golem II+ y gracias a ello crearon la Arquitectura Cognitiva Orientada la Interacción (ACOI).
«¿Necesitamos que Golem camine?, este esquema nos permite desarrollar un sistema de navegación para que se desplace; ¿deseamos qué escuche?, podemos instalarle un micrófono; ¿queremos que vea?, ya le adaptamos una cámara de Kinect a manera de ojos.
En el cuento Sueños de robot, de Isaac Asimov, un androide de nombre Elvex confiesa haber tenido una experiencia onírica; ante este hecho inusual, dos robopsicólogas intentan pensar como lo haría el autómata para entender las razones de ese fenómeno.
«Aunque se trate de personajes de ficción, esta manera de abordar un problema no es muy diferente a la que emplearíamos quienes nos dedicamos a la inteligencia artificial», comentó Iván Vladimir Meza Ruiz, del IIMAS.
Tanto a él como a sus compañeros, la estrategia de meterse en el «cerebro» de un robot les ha funcionado a la hora de ensamblar a Golem II+, un robot diseñado para realizar las actividades domésticas más diversas, como hallar un objeto en la cocina, desplazarse del comedor a una recámara o incluso reconocer el rostro de los diversos integrantes de una familia para así entablar charlas específicas, según sus edades, gustos e intereses.
«Quizás en el IIMAS no nos preguntamos qué pasa por la ‘mente de un robot si está inactivo, como en el relato asimoviano, ni si sueña. Lo que queremos saber es qué acontece ahí dentro si está ‘despierto y trabaja», añadió Meza Ruiz.
-¿Robotina?
Pocas palabras tienen un acta de nacimiento tan precisa como «robot». «Por ello, cada vez son más los interesados en crear los llamados ‘robot de servicio, es decir, aparatos que ayuden con las faenas del hogar», expuso Luis Alberto Pineda Cortés, mejor conocido entre sus colaboradores como «el padre de Golem», pues desde 1998 trabaja en este proyecto.
Quienes han querido llevar a autómatas a lo más íntimo de una casa han tenido algunos logros; por ejemplo, hay un robot que dobla sábanas, aunque demora 20 minutos en cada una.
«Nos inscribimos en la categoría Robots de Servicio, porque también hay una para máquinas que juegan futbol. Para nuestra aventura de Estambul llevamos a un Golem que, por primera vez, parece humano; de hecho, fue creado a imagen de los atlantes de Tula. Además de todo, tras unas clases, Golem es bilingüe», explicó Iván Meza.
-¿Y cómo piensa un robot?
A veces se necesita echar a volar la fantasía no sólo para escribir ficción, sino para resolver problemas muy concretos; por ello Iván Meza dice que de vez en vez dedica algo de tiempo para visualizar cómo piensa un robot.
Así se comporta Golem, y ponerme en ese escenario me hace entenderlo mejor, y estar cierto de una cosa, que él es un robot con muchas expectativas».
A decir de Iván, este paso, tan indispensable a la hora de
desarrollar pensamiento artificial, el ponerse en los zapatos de un autómata, permite entender mucho de cómo pensamos, «pues a fin de cuentas, la computación es la gran metáfora del pensamiento humano».
Gracias a Golem hemos detectado qué hay cosas tan complicadas como saber si una puerta está abierta o cerrada.
Sin embargo, Iván es tajante al señalar que no todo proceso humano es traducible a pensamiento artificial.
-Con personalidad múltiple
En el libro Yo, Robot, de Asimov, se sugiere por primera vez que habrá robopsicólogos, es decir, científicos dedicados a entender los pensamientos de una máquina.
En la novela, ellos son capaces de detectar en los androides
trastornos como paranoias o mitomanías; en la realidad, los
especialistas del IIMAS trabajan tan de cerca con robots que pueden hacer diagnósticos que más parecen provenir del diván que de observar una computadora, como el que hace Iván Meza al asegurar: «Golem es un robot con personalidad múltiple».
-La experiencia turca
Golem quedó en el lugar 15 de entre 19 participantes. Quizá ahora busquemos darle una forma un poco más humana y apostar a una de las fortalezas de Golem:que aprende, pero también nosotros lo hacemos…
Al menos ahora tenemos un par de cosas que queremos poner en práctica», dijo Iván Meza sobre la versatilidad del robot alemán de nombre Cosero, de la Universidad de Bonn, que obtuvo el primer premio.
Provisto por Yucatan