Hace algunas décadas atrás una persona que sufría un problema de salud consultaba a su médico, del cual esperaba una respuesta y una solución a su problemática. Las recomendaciones indicadas por el profesional nunca eran criticadas, se aceptaban y se cumplían de forma sistemática.
En las sociedades actuales los pacientes acceden a través de dispositivos electrónicos al mundo que les ofrece la Web, permitiéndoles investigar sobre los síntomas de su enfermedad, posibles tratamientos a recibir y complicaciones de la misma.
Actualmente los pacientes están más informados de las patologías médicas que padecen, por la gran cantidad de información en el mundo virtual de Internet. Esta situación sin duda que es positiva en el sentido que los pacientes se interesan más por su enfermedad y pueden cumplir mejor las indicaciones en los tratamientos. La problemática radica en que no toda la información médica publicada en Internet es de calidad, además que no puede aplicarse algunas informaciones de algunos casos al resto de los pacientes. Cada cuerpo humano es único y las enfermedades varían de persona a persona, un tratamiento que funcione en una puede ser ineficaz en otra. Este análisis el mundo de Internet no lo permite y sólo el profesional médico puede realizar una crítica de carácter científico. Esta situación puede llevar a que el paciente solicite determinados tratamientos al médico, desconociendo que la solución no es aplicable a su situación particular.
Mejorar el vínculo entre el paciente y el médico permitirá tener una mejor atención de salud de forma conjunta.
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