La higrometría, la medida del vapor de agua que contiene el aire, varia según la temperatura y la presión. Sólo se forman precipitaciones cuando el aire está saturado de vapor de agua.
El vapor de agua en la atmósfera
En la capa baja de la atmósfera, por debajo de 6 km, el aire contiene siempre vapor de agua. Ésta representa el 90 % del agua atmosférica. Incluso en las regiones muy secas, es poco frecuente una humedad relativa del 20 %, mientras que en las templadas se alcanza muy a menudo, prácticamente cada día, una humedad relativa del 90%. En general, el aire se considera seco cuando contiene menos de un 35 % de humedad relativa, y húmedo cuando supera el 70%.
Los satélites meteorológicos realizan mediciones a través de un canal y se establecen a partir de la absorción, por parte del vapor de agua, de la señal que transmiten. En este tipo de imagen, la superficie del planeta es invisible: sólo aparecen los torbellinos correspondientes a los centros de acción, a los jet-stream y a la cima de las nubes.
Elementos que influyen en la higrometría
La humedad relativa es la magnitud más utilizada para describir el estado higrométrico del aire: la masa de agua contenida en un volumen de aire se relaciona con la masa máxima que puede contener este volumen de agua a una temperatura y a una presión determinadas.
Es el valor que proporciona la información más fiable sobre la proximidad del aire respecto a su punto de saturación de agua, estadio a partir del cual pueden desencadenarse la condensación (el paso a la fase líquida) y la precipitación.
La masa de vapor de agua que puede contener un volumen de aire aumenta con la temperatura, y el punto en que se alcanza la saturación se denomina temperatura del punto de rocío. La presión atmosférica influye también en la humedad del aire; cuando la presión aumenta, éste se contrae, mientras que la masa de agua contenida no cambia.
La humedad se incrementa, pues, de forma relativa con respecto al volumen de aire, que se ha reducido, inversamente, cuando la presión desciende, el aire se distiende, y la cantidad de agua se dispersa en un mayor volumen. La humedad relativa desciende. Estos dos procesos, el cambio de temperatura y el de presión, desempeñan un papel importante en la condensación y, por tanto, en la formación de precipitaciones.
La distribución de la higrometría
A escala planetaria, la distribución de la humedad corresponde, a grandes rasgos, a la de las temperaturas. La humedad disminuye desde el ecuador hacia los polos. La proximidad de una reserva de agua líquida también ejerce un papel destacado: la humedad desciende a medida que nos alejamos de los océanos y aumenta la continentalidad.
La circulación atmosférica, al aportar masas de aire húmedo, puede compensar el alejamiento del mar o la latitud. La humedad atmosférica es muy sensible a las situaciones locales: la presencia de un lago, una marisma, un bosque o, por el contrario, una superficie rocosa despoblada puede modificar de forma notable la proporción de agua en el aire. Debido a la importancia de la presión y la temperatura, la humedad atmosférica también es muy sensible a la altitud.