Cada día que pasa yo y miles de españoles tenemos más claro que el futuro puede que no esté en la ciudad si no en la vuelta al origen, esto es, la vuelta a los pueblos, dónde podemos llevar una vida sostenible y autónoma, alejados de la cada vez más y más hostil vida de las ciudades, dónde el individualismo es llevado al extremo, y dónde ya nadie conoce a nadie.
Quién no recuerda aquellos días de pueblo en su niñez con cierta nostalgia? Jugar en la calle hasta el anochecer, con las puertas abiertas de las casas, al tiempo que sentías un grado de libertad que de vuelta a la ciudad se evaporaba hasta las siguientes vacaciones en casa de los abuelos…A día de hoy sigo experimentando esas sensaciones de mi niñez, que no hacen sino acrecentar mis ganas de volver la espalda a la ciudad, que en tiempos de crisis como los que vivímos muestra su imagen más descarnada y cruda en cuanto a las relaciones sociales.
La vuelta al campo es la vuelta a los valores humanos, a la recuperación de las relaciones entre semejantes, que es la quinta esencia del ser humano, y que la ciudad destruye haciendo que limpiemos nuestros pies en tapetes para entrada y a continuación nos encerremos en nuestros cubículos para ailarnos del mundo exterior.
Abogo por esa vuelta al campo y la vuelta a la autonomía, en la que podamos plantar nuestras legumbres, criar nuestros animales, y ver crecer a nuestros hijos con los valores que la ciudad ha hecho perder para muchos, por eso y por mucho más pon un pueblo en tu vida, no te arrepentirás.