A pesar de que son progresivos y no transforman repentinamente la noche en día o el día en noche, no por eso los eclipses de Luna dejan de ser un fenómeno espectacular.
Sombra y penumbra
Como todos los objetos iluminados por una cara por el Sol, la Tierra deja tras de sí (del lado «noche») una zona de penumbra cuya región central, más oscura, se denomina sombra.
Cuando la Luna pasa por la penumbra o la sombra de la Tierra, su luminosidad baja, pero nosotros seguimos viéndola. Si este satélite no queda totalmente ocultado es porque nuestro globo está rodeado por una atmósfera que desvía los rayos solares.
Gracias a este fenómeno, que se denomina refracción, los rayos solares son desviados y pasan de forma tangencial a la atmósfera, lo cual deja detrás de la Tierra un cono de sombra y no un cilindro. La punta de este cono de sombra está situada a 268 000 km de la Tierra, es decir que está más cerca de la Tierra que la Luna, cuya distancia media es de 384 000 km.
Así pues, la Luna nunca pasa por el verdadero cono de sombra de la Tierra, sino únicamente por una zona de penumbra relativa cuyo diámetro aproximado es de 9 000 km. Sin embargo, puesto que ésta es de todos modos más oscura que la penumbra, recibe el nombre de zona de sombra, lo cual lleva a confusión.
La refracción, por la atmósfera terrestre, de los rayos rojos de la luz solar, proporciona su color a la Luna cuando pasa por el cono de sombra terrestre.
¿Por qué la Luna enrojece?
Cuando la Luna eclipsada pasa por la zona de sombra de la Tierra, va enrojeciendo poco a poco. Dos hechos explican esta coloración. Para empezar, la luz solar no es uniforme: se descompone en siete rayos de colores diferentes, desde el azul (y el violeta) hasta el rojo. Estos rayos no tienen ni la misma longitud de onda ni la misma energía. Son pues refractados de modo distinto por la atmósfera terrestre.
Los azules, que son unos colores poco energéticos, se encuentran dispersas por todas partes (por eso el Sol nos parece azul). Los rojos, por su parte, son los últimos en dispersarse y su refracción forma un cono de luz roja a lo lejos detrás de la Tierra, en la zona de penumbra mas intensa. Al atravesar esta zona, la Luna adquiere un tono rojizo.
Observar un eclipse de Luna
Los eclipses de Luna se pueden observar a simple vista, pero el espectáculo gana calidad con la ayuda de unos prismáticos. Para empezar, se aprecia un ligero debilitamiento de la luminosidad cuando la Luna entra en la zona de penumbra de la Tierra Después, un pequeño escote más oscuro se forma en el borde izquierdo del disco, hasta invadido por completo. Esta sombra que en un principio parece grisácea rápidamente se tiñe de rojo. Entonces el eclipse pasa a ser total y el color rojizo recubre el disco lunar.
Puesto que el diámetro de la zona de sombra es casi el triple del diámetro lunar, la Luna puede permanecer eclipsada cerca de 2 horas, antes de producirse el fenómeno contrario: aparece un creciente más luminoso (siempre en el lado izquierdo del disco lunar), que crece progresivamente hasta que, una vez fuera de la penumbra terrestre, la Luna haya recobrado toda su luminosidad..
Amenazado por las tribus indias, Cristóbal Colón anunció, el 29 de febrero de 1504, que iba a privar a la Luna de su luz. El eclipse de Luna de la noche siguiente significó la sumisión de las tribus rebeldes.