Las calderas de gas son consideradas una de las más populares, además de una de las más antiguas. Estas calderas han sobrevivido con el paso de los años, al punto de convertirse en un sinónimo de calefacción.
Las calderas de este tipo pueden encontrarse tanto en hogares como en empresas, demostrando que este tipo de producto tiene una gran aceptación dentro del mercado en general.
No todo es bueno
A pesar que las calderas de gas son consideradas como una de las más populares y seguras de su tipo, esta tiene algunos detalles a tomar en consideración, sobre todo para aquellos que no tiene la calefacción instalada en su casa y desean poner calefacción lo antes posible.
Los trámites burocráticos
Para poder instalar una caldera de gas es necesario llevar a cabo varias solicitudes de permiso. Estos documentos deben ser enviados a las autoridades correspondientes y se deben cumplir con ciertas regulaciones que pueden cambiar dependiendo de la región donde se viva.
Ninguna casa o espacio es autónomo con respecto al gas, de modo que es necesario contratar los servicios de una empresa de gas, lo que se traduce en otros documentos que deben ser realizados para poder tener un contrato durante un tiempo determinado.
Los trámites son considerados muchas veces como uno de los grandes problemas de este tipo de caldera.
Esta caldera no es para todos
Aunque, las calderas de gas pueden ser consideradas como la solución para cada espacio, la verdad es que los espacios pequeños no deberían contar con este tipo de calefacción. Muchos especialistas afirman que las residencias o espacios con menos de 100 metros cuadrados no deberían contar con esta calefacción.
Las calderas de este tipo en espacios pequeños puede ser un gasto innecesario, además de ser un peligro para las personas que residen en ese lugar.