Hoy en día podemos disfrutar de un amplio abanico de variedades fruto de una pasta elaborada con mucho mimo y buena técnica. La técnica del hojaldrado nos da la separación de las finas capas que han sido separadas mediante el engrasado durante el amasado y las dobleces. El efecto del calor del horno en la grasa hace que ésta quiera escapar y separe la masa. Ya sabemos cual es el resultado, una pasta deliciosa, voluminosa y ligera, con una delicada textura crujiente y muy versátil en todo lo que abarca cocina y pastelería.
Hay variación de cuatro tipos de hojaldre diferentes, el hojaldre común que contiene la grasa en su interior, el hojaldre invertido que tiene la materia grasa fuera y no sube como el primero, el hojaldre rápido que se incorpora la materia grasa al empaste y el hojaldre, hecho con menor porcentaje de grasa y menos vueltas o dobleces. Cada uno de estos hojaldres tiene una finalidad en su elaboración, tartas (una de las más destacadas es la tarta de manzana), croissants, palmeras, empanadas, etc.
La elaboración artesanal del hojaldre común no es muy sencilla, además necesita mucha dedicación, ya que durante el trabajo de las vueltas hay que dejar descansar la masa y refrigerarla para poder manipularla bien. Además, tambien hay fórmulas muy específicas para el laminado, tipos de vueltas (media vuelta, vuelta sencilla, vuelta doble).
Pero tenemos otra opción; podemos comprar la masa de hojaldre ya preparada en todas sus variedades, tanto en fresco como congelada. Cosas a tener en cuenta a la hora de hornear el hojaldre es que la temperatura debe ser de 220º C, y que con los recortes del hojaldre tradicional ya no conseguiremos el mismo resultado, ya que al formar una bola y volver a amasar destruimos su estructura.